La CURVA DE CASa DE JUAN GARRIGA Y UNA ALUBIAS VERDINAs

Quique Bueno

Dormí mal anoche.

Tuve sueños extraños aunque exentos de pesadillas. El bueno de Juan me servía mi Dry Martini de cada viernes en el Richelieu. Yo sentía el sol en mi cara. El sol de este extraño invierno. Me saludaron Carmen Lomana, Bruce Springsteen y Salvador Sadurní (portero del Barça en los 70’s), éste último me pidió mascarillas, aunque fueran de las baratas, precisó. Fíjate tú como es el inconsciente.

Me despertó su ausencia. Miré hacia el vestidor y ahí estaba, afortunadamente. Para arreglarlo todo. Para ahuyentar a cuanto puto monstruo amenazara a los nuestros. Se le había metido el short con el que duerme por la nalga y con un gesto hábil e involuntariamente sexy, lo recolocó. No me pregunten porque pero en ese momento pensé en la curva de casa de Juan Garriga en la Rabassada.

El día empezaba bien.

Fui a la cocina, donde unas verdinas pasaban el remojo – como nosotros el aislamiento – lo mejor que podían. Ahí, soltando almidón como si no hubiera un mañana. Un sol extraño, como de Murakami, invadía la cocina.

Me asee con calma. Una hora. Quedé igual de gordo, pero limpio. Es importante mantenerse limpio en estos tiempos. Aunque sigas gordo.

Empecé con las verdinas, a fuego lento. De mechero casi. Y las observé a todas ellas, tanto individual como colectivamente. Conté unas 230. ¡Qué importante es observar la cocción de los alimentos!

Al cabo de una hora conocía a todas las verdinas sino por su nombre sí por su forma. Había una clavadita a Menorca. Las mas lejanas del centro, al cocer más lentas, encarnaban múltiples personalidades. Claramente pude ver a Elvis Presley, a Luis Figo y a Tarantino, aunque a este último no lo vi muy claro, a veces se parecía a Torrebruno.

Me acabo de enterar que la cuarentena (que ya podemos tachar de estabulación) se alargará hasta el 9 de Abril. Mad Max.

Afortunadamente Ella está confinada conmigo y yo tengo un saco de alubias verdinas.

thumbnail_subida-en-cuesta-rabassada-1970.jpg