Anécdota divertida 2

Joan Crosas

La segunda historia también me ocurre en el baño. Pensará el lector que me paso el día en él. La verdad es que forma parte de lo rutinario, de lo cotidiano y mi intención es narrar esto: situaciones graciosas que se dan en nuestra vida cotidiana, en estos momentos, tan limitada.

Igual que mi primera historia, ofenderá algunos y divertirá a otros, pido disculpas a los primeros, y me alegro por los segundos si esto les he ayudado a pasar estos momentos tan difíciles con una sonrisa o una carcajada, porque no.

Introduzco: Lilia es una mujer que nos ayuda en casa desde hace años. Al principio la teníamos a todas horas, pero ya hace un tiempo que trabaja fuera de casa haciendo labores en otros hogares, aunque siga viviendo con nosotros. Estos días también está confinada, como todos, y le queda tiempo para hacer trabajos atrasados. Es ecuatoriana y el catalán, que hablamos en casa, lo interpreta a su manera confundiendo a menudo el significado de las palabras.

Bueno, la historia o anécdota, ocurrió de la siguiente manera:

Una mañana, después de leer La Vanguardia y hacer los 3 sudokus, fui al baño para mi aseo diario: váter, ducha y limpieza bucal. A lo largo de este proceso estuve pensando en alguna tarea del hogar atrasada para llenar mi larga jornada en estos días de confinamiento: ordenar cajones y armarios, o desatascar algún desagüe que no vaciaba con suficiente fluidez; cuando me di cuenta de que alguien se me había anticipado pues tanto la bañera como el lavamanos no retenían ni un poquito de agua.

Saqué la cabeza por la puerta, con la boca aún llena de dentífrico y dije:

- Lilia, ha desatascado usted los desagües?

- Si, estaban llenos de esperma.

- Qué? ¿Cómo ha dicho? - Contesto yo.

- Esperma, la habrá echado Pol.

Alucino, entiendo que la “actividad” de Pol haya aumentado estos días de confinamiento, pero para atascar los desagües... me parece excesivo. Entonces digo:

- Esperma? ¿Qué es esperma?

- Si, esper(l)ma, de las velas, he sacado un montón.