El roble

María Jover

Hay un árbol en mi ventana. Es un roble, lleva aquí 25 años. Lo sé porque lo planté yo, que a esto llevo dedicándome gran parte de mi vida. A plantar árboles, hacer jardines, crear paisajes, para mí la profesión más bonita del mundo, aunque hoy en día no es la más importante. Desde aquí rindo homenaje a todos los sanitarios que están luchando por salvarnos de esta terrible pandemia. Nosotros encerrados en casa.

Por suerte la ventana de al lado de mi almohada la ocupa toda el roble. Está al otro lado del muro, en la casa del vecino, pero sus ramas se van acercando a mí año tras año. Algún día nos tocaremos. Empieza la primavera. Disfruto viendo como abre las hojas cada día que pasa. Verde claro, tiernas, cogiendo fuerza y oscureciéndose con el paso de los días.

Me doy cuenta de que este confinamiento tiene un lado positivo… el tiempo me pasa lento, conscientemente… me da la oportunidad de ir notando como entra la primavera. Nunca la había experimentado así.

Lejos me queda aquel dicho, ‘el tiempo vuela´.

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