RELOJ NO CANTES LAS HORAS
Ana Guerin
En épocas de confinamiento no necesito reloj. Nadie me espera, nunca llego tarde, no se me solapan los planes, no miro la agenda ni tengo conectadas las alarmas que me avisan de de lo que he de hacer las próximas horas ó los próximos días. Y a pesar de no tener reloj cada día sé que son las 18h. A esa hora oigo los gritos de alegría de una niña autista que cada día saca puntualmente su padre a pasear. Que curioso, no tenía ni idea de que esta niña y su padre eran vecinos míos. Supongo que en épocas de no confinamiento, sus gritos quedan ahogados entre el ruido de la ciudad.
A las 19h se organiza un bingo entre los vecinos que desde sus balcones intercambian risas y cantan líneas. Yo no los conocía de nada, pero me he unido a jugar con ellos.
A las 20h es el momento de los aplausos, y ahí estamos todos otra vez, unidos en el agradecimiento a todo el personal sanitario que son unos valientes.
Paradójicamente, en épocas de confinamiento estamos relacionándonos mucho más con nuestros vecinos que antes. Algo hemos ganado.
Y volviendo al reloj, se supone que ahora por fin tengo tiempo de saborear las horas, de disfrutar de ese valioso tiempo que en épocas de no confinamiento siempre deseo tener. Mi más preciado bien escaso. Pues no, ni por esas! Siempre vuelve a ser viernes!!.