HISTORIAS DE LA CONFINACIÓN DÍA 15+8

César Farrés

La facilidad que tenía Gerard con los deportes de raqueta individuales, era sorprendente. El tenis era su gran debilidad Increíble. Era maravilloso, restos inverosímiles, efectos, contra efectos, reveses de todo tipo, cruzados, cortados, voleas, dejadas, lobs, saques fuertes, abiertos, listados y smachadas elegantes, potentes y colocadas. Siempre la jugada y el golpe preciso e idóneo para cada situación. Su estado anímico solo tenía una cara, la cara de la risa fresca, de la felicidad, de la victoria. No conocía el diálogo de la derrota. Le gustaba el silencio durante el juego, el reconocimiento, y el aplauso de sus virtudes con la máxima intensidad le mantenía el ánimo arriba del todo, al 100%. Gerard, al finalizar, solía dar una “pequeña lección”, siempre con actitud positiva, a sus rivales mas avezados, preocupándose de que corrigieran golpes, malas posturas, actitudes frente a la pelota y tantos otros detalles técnicos, mostrándoles gestualmente, con su destreza, como abordar cada jugada, para cobrar mas efectividad en el resultado final del match. Lo solía acompañar a cada una de las finales de los torneos mas relevantes. Aparte del placer de verlo, me contagiaba aquel estado anímico tan especial. Hará un mes, aquella ocasión en Milán, no me dejaron entrar en la pista, se vislumbraban los primeros atisbos de la confinación. Se jugaba sobre tierra batida y puerta cerrada. No tendría que ser obstáculo para sumar otra victoria, otra risa, otro estado de sublimación desbordante, era la superficie que mas le ponía. Su rival, un neoyorquino, que decía ser hijo de Vitas Gerulaitis y una modelo rusa, “reina” de Studio 54 la segunda residencia de Vitas, a priori debería ser fácil. Localidades vacías, silencio ensordecedor, el bote de la pelota, miedo escénico y… 6-0, 6-1,6-1. Allí empezó a ver la segunda cara de la moneda. La rabia por la pandemia acabo con la gloria cotidiana de Gerard, que tras finalizar destrozó a golpes la raqueta, rompiendo aquel vacío estático. Ahora confinado en Italia es voluntario en el Hospital Mangiagalli de Milán contagiando aquel estado anímico tan especial RISA FRESCA, FELICIDAD Y VICTORIA

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