Cartas desde el hielo
Quique Sentís
Hoy, cerca ya de un mes de confinamiento, sigo releyendo los relatos de Stefan Zweig. Esta vez he seleccionado “La lucha por el Polo Sur” que me ha apasionado tanto como en la primera lectura. Se ha cumplido aquello que dicen los grandes escritores: “Leer es releer”.
De lo ocurrido entre finales de 1911 y principios de 1912 en la carrera por alcanzar el Polo Sur lo más célebre es la rivalidad que se produjo entre el capitán Scott y Amundsen. Pero SZ relata algo menos conocido: Scott durante todos los días de su viaje escribió un diario donde relataba, día a día, la vida y las penurias que vivieron los 5 hombres que formaban parte de la expedición.
Cuando los exploradores ingleses se encontraban a 77 grados de latitud descubrieron los restos del campamento de Amundsen que, entonces, les llevaba más de 100 km de ventaja. Más tarde, el 18 de enero de 1912, cuando lograron alcanzar el Polo Sur se encontraron la tienda de Amunsden con la bandera de su país. La decepción inglesa fue enorme. La expedición noruega había llegado a su objetivo un mes antes.
Todos los miembros de la expedición inglesa murieron, durante el regreso, por no disponer de víveres ni combustible suficientes que habían almacenado, durante el trayecto, en campamentos estratégicamente colocados.
Una expedición neozelandesa en noviembre de 1912 enterró los cuerpos de los exploradores (Scott, Bowers, Oates, Wilson y Evans) y recuperó algunos objetos del campamento. Uno de ellos fue el diario de Scott.
En los últimos días, Scott, ya moribundo, escribió unas cartas dirigidas a su amigo íntimo y su mujer. Resulta emocionante imaginarlo despidiéndose con estas palabras: “En toda mi vida no he encontrado otro hombre al que haya admirado y querido tanto como a usted ...” un capitán del ejecito que según SZ era “frío, enérgico, ...con un rostro marcado por la voluntad y el sentido práctico y sin una sola línea romántica, ni un asomo de buen humor”.
A su mujer le pide que cuide de su hijo y que le preserve de la indolencia y suplica que la carta llegue a su esposa…después tacha las últimas palabras y sobre ellas escribe: “Mi viuda”.
Poco tiempo después de la primera lectura, cuando todavía estaba muy vivo en mi memoria el relato de SZ ocurrió algo maravilloso e inesperado:
En un viaje a Londres, con Stella, y mis hijas Lucía y Emma nos alojamos, durante varios días, en un hotel junto a la Nacional Library. La curiosidad por conocer esta gran institución británica nos llevó a visitarla. En el hall de la entrada nos encontramos con una exposición de Darwin y junto a ella algunos libros y manuscritos en una mesa protegida por un cristal. ¡Entre ellos el diario del Capitán Scott!
Al verlo mi alegría y asombro se desbordaron: ¡lo que había conocido, a través del relato de SZ, estaba delante de mis ojos! Me quedé atónito por unos momentos, y después ya más sosegado, disfrute viendo el diario de aquel intrépido Capitán que, en los últimos instantes de su vida, escribió con su mano temblorosa y fría, unas conmovedoras y últimas CARTAS DESDE EL HIELO.
Dedicado a Mercedes y su fiel amigo Scott