EL CIRIO Y LA COPA
Fernando Salas
Por estas fechas un servidor suele encontrarse pasando unas pequeñas vacaciones de Semana Santa en el Sur El año pasado me escapé a pasar el día al bonito pueblo de Carmona bastante cerca de Sevilla y de Peñaflor, lugar donde suelo pasar Navidad, Semana Santa y la Feria de Agosto que forma parte del tórrido verano. Carmona como casi todos los pueblos andaluces y de una manera especial se celebra esta semana con ilusión y ganas de pasarlo bien yo diría que no hay gran diferencia con las fiestas populares, sobre todo las del 15 de agosto donde se cambia el Paso de Semana Santa por el caballo y el traje corto o el de faralaes y las iglesias con olor a incienso por la casetas con olor a pescaito frito y su copita de manzanilla o fino, el resto es exactamente lo mismo, bullicio en la calle, algarabía de niños la gente vestida de domingo, los bares abarrotaos, los puestos de chuches y juguetes low cost. En mi casa de Peñaflor que se encuentra en la preciosa calle Nueva, durante la procesión de turno suelo abrir las puertas de entrada y desde el zaguán vemos pasar la procesión, los pasos suelen parar delante de casa, detalle este que se considera una deferencia, alguna vez algún costalero pide agua y se le atiende, los niños nazarenos acumulan cera de sus cirios en la mano haciendo una pelota y la comitiva que va tras el paso aprovecha para fisgonear la casa de Fernando, ese hombre que viene de Barcelona cada año a su pueblo, el de su familia materna, donde él tiene sus raíces y uno pasa revista encantado con mi perro bodeguero Hansel En Semana Santa la tristeza va de serie cuando pasean a las imágenes, pero al poco rato se restablece la alegría y las copas con su correspondiente tapa y así hasta el año que viene. Por eso digo que trastada ha hecho el corona virus de los cojones, se ha cargao otro pretexto para ver a la gente y dejarse ver.
Esto sí que es una Corona de Espinas.