HISTORIAS DE LA CONFINACIÓN DÍA 15+19

César Farrés

El  suave movimiento de sus dedos, la tenía cautivada, no podía dejar de mirarle.

Pendiente de aquella trompeta que, jugaba con claroscuros y momentos insospechados, nos relataba nuevas sensaciones. La batería encarrilaba al viento hipnotizante de ese sonido libre y respetuoso, luego el piano seguía su camino cruzándose con las cuerdas del alto esquelético, eléctrico y virtuoso bajo.

La iluminación del especializado antro, sorprendía con efectos nunca percibidos por el ojo humano, a la vez acorde con la música de los nuevos genios del jazz. 

La piel de Nuglo, como así la llamaban sus amigos, desprendía naturalmente un perfume especial como de gardenia, que embriagaba a los propios músicos y se mimetizaba con los ritmos descompasados del cuarteto mas admirado de las noches de Oporto. 

Música, luz y esencia, configuraban una globalidad que no se podía explicar con palabras.

Al acabar la actuación, saliendo del cubículo de cristal, protector de posibles contagios, se pusieron las máscaras y empezaron a perder la flor de sus encantos. 

Los cincuenta afortunados oyentes espectadores casi flipados, esperaban expectantes los comentarios expertos, sobre todo, del dirigente pianista. Fue el primero en salir.

A continuación, el huesudo bajo, salió junto al batería, aglutinante componente del grupo, hablando eufóricamente, de momentos estelares de la velada, mientras ladrones de fama pedían sus rúbricas a distancia. 

Nuglo esperaba impaciente a Cliffort.

Pasó una eternidad para ella. Después de tomarse un Laphroaig 10 años, el aroma del añejo whisky con el de su piel, nos obsequiaba con una nueva versión sensorial aromática casi sublime. 

Cliffort acompañado por su representante, salió apresuradamente, al cruzarse con  ella reconoció al instante la fuente emisora  de aquella deseada fragancia.

Hablaron unos segundos, luego con su representante cruzaron móviles, datos bancarios, comprobaciones y transferencia hecha. Sin mediar palabra, salieron juntos del local a dos metros de distancia como marcaba la normativa portuguesa. Entraron en la mas grande limusina jamás vista. Ya dentro del vehículo y todavía a dos metros, mientras esperaban a los tres restantes componentes del cuarteto, Cliff, se quitó la máscara lentamente y le comentó:… mañana, Nueva York, después, Paris, Rio, Londres y Barcelona…

La mezcla de tres sentidos, oído, vista, y olfato configuraba una nueva pandemia de placer 91DIVOC. El mundo entero quería infectarse y ser objeto de la Nueva Globalización.

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