Reflexión entretenida 22
Joan Crosas
No soy nada dado a creer en conspiraciones. Sin embargo, frente a cualquier acontecimiento importante siempre hay alguna teoría conspirativa. Recuerdo que después del 11 S, por ejemplo, se publicaron varios libros que desarrollaban teorías opuestas a la versión oficial, leí alguno de ellos, pero a pesar de lo desarrollada, con supuestas evidencias, que era su historia, acabé el libro pensando que era más lógica la versión oficial y me quedé con ella.
Incluso con los desastres naturales o pandemias como la que vivimos, hay quien busca explicaciones diferentes e imagina conspiraciones de todo tipo. Yo prefiero creer aquello que se puede demostrar, aquello que tiene una base científica sólida y por lo tanto nunca hago mucho caso a este tipo de versiones.
Ayer, mientras veía un documental de esos de la BBC, concretamente sobre la isla de Madagascar, la isla más antigua del planeta que se formó hace 90 millones de años, llena de paisajes paradisíacos y animales salvajes de lo más pintoresco, se me ocurrió una teoría que os voy a contar.
En este planeta viven millones (creo que no me equivoco) de especies vivas diferentes. Son especies, tanto vegetales como animales que se han adaptado a hábitats increíbles. A parte de los desiertos más áridos o las montañas más altas, no hay hábitat en el mundo donde no se haya desarrollado alguna forma de vida. Todas ellas han demostrado una inteligencia, al menos en lo referente a la supervivencia, fuera de toda duda, adaptándose a los climas más severos. La mayoría existen, justamente, gracias a un frágil equilibrio absolutamente ligado al clima.
Desde que el hombre se agrupó y empezó a alterar la naturaleza para su beneficio, deforestando para cultivar, hemos estado eliminando ecosistemas con las consecuentes extinciones de seres vivos hasta llegar a este momento en que somos una amenaza para el planeta entero. Esto está fuera de toda duda.
¿Y si todas las especies vivas que comparten este planeta con nosotros estuvieran ya un poco hartas del hombre que contamina los ríos y los mares, arrasa bosques y selvas, pone cemento por todas partes donde no puede crecer nada vivo y nos quisieran dar un aviso? ¿Y si todos estos animales y plantas tuvieran una inteligencia superior a la nuestra, bueno diferente, y fueran capaces de comunicarse entre todos ellos y se hubiesen puesto de acuerdo para lanzarnos un mensaje?
De hecho, quizá llevan haciéndolo desde hace miles de años (que son frente a los millones de años que han tardado a desarrollarse estas especies). Siempre mandan a los más pequeños, con más capacidad reproductiva y los mandan a millones. ¿Quizás las plagas de langostas que arrasaban los trigales o arrozales que se habían plantado donde antes había otros ecosistemas, ya eran avisos de la sabia naturaleza? De esta unión universal, donde el hombre está ausente, donde el hombre no sintoniza o ha dejado de hacerlo, en que todos tienen claro que su amenaza somos justamente nosotros, los hombres, en que somos los únicos responsables de sus masivas extinciones.
¿Y si esta vez nos han mandado, como ya lo habían hecho con anterioridad con las pestes y las gripes, como la española de principios del siglo pasado, el arma más poderosa que tienen para llegar al mayor número posible de seres humanos, a los más pequeños, a los más eficaces, a los más mortíferos: los virus, para decirnos que ya vale, que paremos y que conservemos eso tan precioso para todos y que debemos compartir: el planeta tierra?
¿Y si detrás de todo esto estuvieran las ballenas, los osos polares, las abejas, los gorriones y tantas otras especies amenazadas que nos estén lanzando un mensaje muy claro? ¿Y si estuvieran mostrándonos como se recupera rápidamente la atmósfera, los mares y los ríos, como se mueven a sus anchas los animales cuando nosotros estamos paraditos, sin destruir, que, desde su punto de vista, es lo único que sabemos hacer?
La teoría cuadra a la perfección. ¿No fue en un mercado de animales salvajes vivos donde dicen que apareció el virus por primera vez?
Señores, ya he dicho que no soy dado a teorías conspirativas, por lo tanto, aquí la expongo para el que le gusten este tipo de teorías. Yo me quedo con mi pensamiento racional. ¿O es este pensamiento “racional” lo que nos deja ciegos y no nos permite comunicar con las demás especies, mientras todas ellas se juntan para reivindicar la vida?