HISTORIAS DE LA CONFINACIÓN DÍA 15+20
César Farrés
El caballo de nombre Turco Blanco cedido por Eduardo III, estaba descansando. Raramente lo hacía tumbado, pero en aquella cuadra de la calle Mallorca se sentía muy cómodo y relajado.
Giorgio, llamado así por su refinada elegancia, tenia preparados todos los correajes y las guarniciones, riendas, bocado, frontalera, baticola y la acitara recién planchada. Había olvidado en una fiesta popular en Génova el talabarte, cinto de cuero del que pende el sable, y la testera, adorno para el frente de Turco Blanco. Todos los componentes metálicos, casco, armadura y la cota metálica de torso, y de piernas distinta, estaban en perfecto estado de revista.
Excepcionalmente y con todos los salvoconductos perfectamente sellados, era huésped del Majestic, como cada año. Aguardaba impaciente el gran momento. Todavía nadie se había puesto en contacto con él. Consultó su agenda en su Apple Watch y efectivamente tenía un coctel petit comité de bienvenida, a las 20.30 en El Giardinetto. Fue a la calle Mallorca/ Roger de Llúria andando, le quedaba cerca del hotel. Turco Blanco, ya tenía ganas de salir y al verlo, empezó a impacientarse y soltar algún que otro relincho. Equipó al caballo de sport, monta de paseo y unas alforjas. Se calzó unas botas de cuero inglesas para la ocasión y se colocó una mascarilla estrafalaria de Hermés, por supuesto de tema ecuestre. Con las calles vacías podía iniciar un galope de trabajo, como si pusieras cuarta en un vehículo de seis marchas.
Llegó muy bien de tiempo, todo estaba cerrado, dejó el caballo en el parking y se plantificó en la puerta principal, no se iría de allí sin tomarse un zumo de tomate “preparado”. Desde el interior se abrió la puerta y asomó Poldo. Mirando a un lado y a otro le hizo pasar.
Giorgio le pidió explicaciones.
En diez minutos llegará Ada, aquí estamos todos confinados y mucho me temo
que si no sucede nada especial no vendrá nadie mas.
He venido con una misión muy concreta y no pienso irme sin solucionar el problema!!! Ahora me disculparás tengo que darle agua a mi caballo. No tendrías un cubo, o una cubitera? Dio de beber a Turco Blanco y cogió una maleta de aluminio nervado que llevaba en las alforjas. Ada ya había llegado, siempre manteniendo la distancia y cada uno con su modelo de mascarilla, la de Giorgio insuperable, se saludaron discretamente.
Lo has conseguido? dijo Ada de aquella forma, nerviosa y resbaladiza, que tiene al hablar. Por supuesto, abrió el maletín, con una combinación mecánico numérica,
simétricamente con las dos manos. Extrajo una jeringuilla de acero con un visor de cristal desde donde se podía apreciar un líquido magenta, semi-fluorescente.
La Reina Isabel II fue hace 3 meses la primera en someterse a la prueba…
y ya ves…ESTÁ COMO UNA ROSA