Montse y César
Quique Sentís
Mañana 23 de abril, Sant Jordi, de no ser por el maldito virus hubiéramos vivido la fiesta más hermosa, junto con la verbena de Sant Joan, de nuestra ciudad.
Un homenaje por todo lo alto a los libros, a la escritura, al placer de pasear y regalar una rosa. Las calles de Barcelona, se habrían llenado de multitudes, de ávidos lectores en busca de un libro y de la firma de su autor/a. Si el sol nos hubiera regalado su luz primaveral iluminaría con colores vivos, intensos, brillantes los plataneros y las acacias, las paradas de los libros, las rosas rojas, blancas, amarillas...
Montse Serrano y todos los voluntarios (la mayoría mujeres) de la librería + Bernat que cada año le echan una mano hubieran montado sus paradas y convocado a muchos amigos que, al encontrarse, se abrazarían, tendrían animadas conversaciones, se aconsejarían libros, tomarían una copa de vino, de cerveza mientras comían los sándwiches, las ensaladas, los platos cocinados preparados en la propia librería……
Pero nos queda el consuelo de que la escritura sigue viva gracias a iniciativas, tan maravillosas y generosas como los “Relatos desde casa” creados por el equipo de Giardinetto Sessions ha
conseguido la magia de reunirnos a distancia a conocidos y a desconocidos.
Y la escritura, con su poder de imaginación más allá de la realidad nos ha regalado las crónicas diarias, puntuales, imaginativas, desbordantes de vida y de sabiduría de César Farrés. Unas crónicas excelentes.
César fue compañero en la Escuela Patmos de varios de los que participamos en los microrelatos. Un colegio que fue dirigido con maestría por Emili Teixidor que además de escritor fue un gran provocador cultural que animaba a que sus alumnos leyeran y escribieran. A menudo te preguntaba que estabas leyendo y si respondías “nada” te decía: ” nada o… Nada de Carmen Laforet”.
Yo conocía, por lo vivido juntos, que César era un gran navegante a vela, un hábil y buen jugador de fútbol, un imaginativo y buen diseñador de zapatos, una persona dotado de un humor fino, divertido, mordaz, pero desconocía que también fuera un escritor con mayúsculas.
Recuerdo un viaje a Holanda, a principios de los 70 con el equipo de fútbol del CT Barcino (del que formábamos parte César, mi hermano Carlos y yo entre otros) en el que pasamos unos días en Harlem, una pequeña ciudad cercana a Amsterdam.
Un día, entrando en un bar casi desierto, con apenas 2 o 3 personas sentadas en las mesas, al cruzar la puerta a César se le ocurrió exclamar en voz alta:
” ESTA ANIMAT !” , repitiendo varias veces las palabras para que la oyera todo el mundo. Los holandeses allí presentes creyeron que era un saludo en un idioma desconocido y respondieron:” estanimat, estanimat, “. Todos los que estábamos con el no pudimos reprimir nuestra risa al oír el juego de palabras que había creado nuestro amigo.
Gracias César por todo lo que has escrito estos días. Has conseguido, con tus crónicas, suavizar, aligerar el confinamiento. Yo también puedo decir hoy “ESTA ANIMAT” porque, esta vez de verdad has conseguido darle un poco de vida y de belleza a “los tiempos del cólera”.