Mali

Mia Serra

Hace 20 años escribí un texto después de un fantástico viaje en bicicleta por Mali y Burkina Faso y estos día de confinamiento me lo han recordado, me apetece compartir con vosotros parte del mismo y alguna de la fotografías que lo acompañaban.

“He conocido gente feliz, he conocido gente risueña y alegre.

Pensaréis que es muy normal, pero hablo de un pueblo entero, de una región entera, no puedo decir de un país entero, pues todo no lo pudimos recorrer, pero si lo hubiéramos hecho, hablaría seguro de un país de gente feliz, risueña y alegre.

Hace unos meses hice con un grupo de amigos un viaje en bicicleta por Burkina Faso y Mali, visitamos parte de estos dos sorprendentes países y lo que me ha decidido a escribir estas palabras es transmitiros las sensaciones que he vivido, intensas en emociones y vivencias.

¿Cómo vive la gente de estos países ?, Mali se encuentra entre los cinco países más pobres de la tierra, pero, después de haberlos conocido, pienso de que viven felices, que tienen lo que necesitan.

Con los parámetros de nuestra sociedad viven con muy poco, son muy pobres, comen poco y sus casas más que casas son barracas, viven como nosotros hace miles de años ... Con sus parámetros tenemos demasiado de todo, y aun queremos mucho más, queremos lo que tiene nuestro vecino, la actriz de moda y nuestro deportista favorito, queremos el último modelo de coche, creemos que necesitamos una casa más grande, para llenar más armarios de ropa que casi no utilizaremos y una segunda residencia y...

Imaginaros una sociedad que no conozca esta opulencia, una sociedad que no pueda comparar ni conozca nada más que lo que tiene, una casa hecha por ellos mismos, con la ayuda de los vecinos y familiares, como la de todos, una familia, a menudo muy numerosa, amigos, un traje que utilizarán hasta que caiga a pedazos, y casi siempre un plato en la mesa. ¿Qué más necesitaríamos? En Mali trabajan para comer, en el sentido más estricto de la palabra, trabajan construyéndose su propia casa, pastan el poco ganado que tienen, si tienen y educan a sus hijos, los educan con sus parámetros, aprenden todo lo que hay que saber, algunos llegan a la universidad.

Que más necesitarías si sólo tuvieras que cuidar tu campo para cultivar tu comida y la de tu familia, construyeras tu propia casa con lo que tienes cerca, y el agua la sacaras de un pozo, y nada más, ni hipotecas, ni letras del coche nuevo, ni recibos de la tarjeta de crédito con las últimas rebajas, ni restaurantes, ni grandes supermercados con miles de productos que no has probado ni tendrás tiempo de probar nunca, ni la gasolina del coche, ni el teléfono, ni la electricidad, ni, ni, ni, ni, tantas necesidades que nos ha creado la sociedad llamada del bienestar.

Podríamos vivir con mucho menos de lo que tenemos? Seríamos felices con la décima parte de lo que tenemos? Estoy seguro de que si, incluso comparando.

En Malí tienen mil veces menos de lo que tenemos nosotros, y os puedo asegurar que son felices, muy felices, son un pueblo alegre, he visto muchos niños contentos, jugando con una piedra y un tronco, cantando, haciendo caminatas de dos horas para ir a la escuela a aprender a leer ya contar, dos horas de ida y dos horas de vuelta, cada día. También he visto niños enfermos y he visto niños llorar, llorar asustados de ver nuestros disfraces deportivos y nuestras estrafalarias bicicletas.

Mueren muchos niños antes del primer año de vida, la media de edad es de 45 años, les faltan medicinas pero tampoco quieren tener todas nuestras medicinas, nos decían convencidos que si curaran muchas enfermedades todos vivirían más años, pero les faltaría comida. Sobreviven los fuertes, los que su Dios ha elegido y así lo aceptan.

No son ni mejores ni peores que nosotros, viven una vida más sencilla, con menos necesidades que los hacen más libres y felices. Lo que he visto me ha hecho reflexionar. Nosotros venimos de sociedades muy parecidas a la que se vive hoy en Mali, hace muchos años, y no estoy seguro de que lo que tenemos hoy sea mejor que lo que teníamos, estoy hablando de los valores personales, no materiales, estoy hablando del respeto, de amistad, de dignidad, de solidaridad, de tolerancia, de generosidad y de otros valores que vamos perdiendo y que difícilmente recuperaremos, vivimos con prisas y no tenemos tiempo de pensar en ello, detengámonos y pensemos en ello. Con menos seríamos mejores, con menos seríamos más felices, con menos seríamos más libres, con menos seríamos más generosos, con menos seríamos más solidarios y tolerantes.

En Malí he conocido gente con muy poco, pero feliz, alegre, risueña, contenta de vivir.”

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