DESCONFINACION 15+ ST.J 8

César Farrés

Tenía que entregar el reportaje fotográfico el lunes a primera hora.

Mi Nikon Z50, la había dejado en Casanova Foto Barcelona para que me hicieran el mantenimiento que ya requería.

No era ningún problema, utilizaría el iphone XR, la calidad es mas que suficiente para el encargo que se me había asignado. Tenía un pequeño problema, necesitaba un adaptador para poder utilizar el trípode profesional….., fundamental para este tipo de reportajes arquitectónicos. Al lado de mi casa, hay una tienda donde reparan iphones, venden complementos y pijadas, quizás ahí me podrían ayudar.

Elisabeth, encargada del bazar tecnológico, era mas que amable, la reapertura, en la situación actual, reforzaba su predisposición innata. Ante todo, su objetivo siempre fue, el de solucionar mi problema, y también el suyo, facturar.

Me sacó todo tipo de “ortopedias” que no resolvían mi carencia.

Finalmente, de un cajón, lejano a los del mostrador, sacó una extraña pieza. La clásica “vieja remesa”, siempre menospreciada, fue la solución. Lo primordial era que el paso de rosca fuera el correcto y sí,… lo era.

La abrazadera, pinza o como leches le llamen, no fijaba bien del todo el teléfono, pero con un poco de cuidado, mas o menos, hacia su función.

Pensé que era suficiente, el bajo coste del chirimbolo, me compensaba no tener que hacer alguna que otra chapuza para satisfacer mi necesidad.

Eli, en su línea de amabilidad desbordante, se ofreció a canjear el bártulo en cuestión, si no funcionaba como yo tenía previsto. 

Había quedado a las 20.45 con Salvatore Dicovitch, director de arte italo/ruso que la agencia me había asignado. Era bueno pero sin método, creo que su cargo venía por órdenes de arriba.

Salvatore quería hacerlo todo, tanto es así, que montó el trípode, cogió mi iphone, encajó el dispositivo y disparó las primeras tomas. Quiso revisar sus obras maestras, cuando el móvil, mi móvil, cayó en el duro asfalto de Vía Layetana destrozándose el cristal de pantalla.

Tuvimos que posponer el trabajo, otro móvil no nos solucionaba, la luz ya no era la mágica que estaba esperando y el mal rollo que se generó me hizo perder el ímpetu y la inspiración necesaria.

Salvatore, enfadadísimo consigo mismo, me propuso un pacto que no pude rechazar,… me dio cierta pena.  Me extendió un talón por el precio que me costó, y se quedó con mi teléfono.

El lunes fui a ver a Eli, me dijo que un tal Salvatore, le había llevado mi teléfono a arreglar, se acordaba perfectamente de la funda de protección, tristemente le dije, que el soporte había sido la causa del desastre….

Muy preocupada habló con dirección e inmediatamente me ofrecieron el mismo teléfono, nuevo, a precio de coste. Consulté el horóscopo y sí, era mi día de suerte.

SALVATORE DICOVITCH E D’IPHONE

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