Los pájaros

Carola Bedós

10 de mayo. Cuanto más confinados, más trinos. Estos cincuenta y pico días encerrados en casa provocan silencio. El menor rumor de tráfico en las calles y carreteras da automáticamente más calma. Los animales aman el silencio y los tímidos pájaros se dejan ver cada vez más, y sobretodo se dejan escuchar. Sin demasiado esfuerzo he llegado a distinguir hoy varios piares: jilguero, abejarruco, urraca, mirlo, ruiseñor, cuco, tórtola. Pequeño concierto que suena a música celestial. Es domingo y todavía estoy remoloneando en la cama. Sábanas blancas limpias de algodón, un poco de manta para protegerme y la ventana entornada. Escucho la lluvia y sigo el sonido ronco de algún largo trueno lejano al que se le antoja interrumpir. Se cuela un piar de twitter anunciando que ha nacido el heredero de los Grandes Duques de Luxemburgo. Se llamará Charles. Nacen bebés. A pesar de la pandemia, la naturaleza sigue imparable sus tareas, su curso. Agradabilísima sensación de perdurabilidad, de formar parte de un ecosistema armónico que constantemente nace, vive y muere. Me encanta su cadencia, su lección de humildad, también su respirar profundo y que me hace sentir en casa. Protegida a pesar de la intemperie, basta con saber escuchar.