Relato 42

Joan Crosas

A lo largo de estos días de confinamiento la música ha ido ganando terreno en mi vida hasta llegar al día de hoy en que, ya sea conectando mi Spotify por bluetouth al equipo de casa o mediante auriculares, a primera y última hora del día o en mis paseos por la calle, me acompaña constantemente.

Ya conté que en un chat de amigos habíamos empezado al principio de todo esto, unas recomendaciones diarias por turnos que han tenido un éxito rotundo. Ya vamos por la tercera ronda.

Abrir tu espectro a los gustos de los demás te proporciona la entrada a un mundo mucho más amplio e inmensamente más rico.

He entrado, por ejemplo, en la música clásica, que debo reconocer que no escuchaba muy a menudo. Ahora me paso casi todo el día escuchándola. Nada como los violines, violonchelos o pianos, me acompaña mejor en mis momentos de lectura o escritura.

Es relajante como ninguna y en algún momento que, abusando del buen rollo que tengo con mis vecinos, he puesto el volumen a tope, he llegado casi al éxtasis.

Me pregunto si la música no es lo más hermoso que ha hecho el hombre desde que existe. Si llegaran gentes de otros mundos, no hay duda que lo que más les sorprendería serían las artes que a lo largo de los siglos hemos desarrollado y entre ellas, creo que la música, por lo etérea y armoniosa como el mismo universo, sería la que más les cautivaría.

thumbnail_F 42.jpg