LA CORTINA Y EL TELÓN

Manel Escacena-Chica

Durante estos días de encierro he experimentado un sentimiento que me transporta directamente a lo que sentía Victoria Abril en Tacones Lejanos. Del mismo modo que ella explicaba como a través de la ventana del bajo donde vivía en el centro de Madrid,oía los pasos de las personas que caminaban por la calle, y a la vez ansiaba escuchar el sonido inconfundible de los tacones de su madre, Becky del Páramo, interpretada por Marisa Paredes.

Mi casa guarda similitudes con el bajo donde vivía la pequeña Rebeca. En pleno corazón del barrio de Gracia, se accede directamente desde la calle a este espacio de doble altura repleto de innumerables cuadros y fotografías. No es una casa al uso como tampoco lo era en la película, sino que más bien parece un espacio dedicado a rendir tributo a innumerables iconos de la cultura pop y el cine.

Una doble cortina de terciopelo verde y de cuatro metros de altura cubre la entrada acristalada estableciendo una mágica frontera entre la realidad de la calle y su vida diaria, de la otra realidad que uno decide vivir aquí dentro. En función de la iluminación puede parecer que estamos en un teatro, y la cortina hace la función de telón para dar rienda suelta a nuestra faceta de actores no explotada.

Cuando decidimos vivir un día normal, el telón regresa a su función de cortina, así que la corremos y entonces somos espectadores de la obra de teatro, siempre distinta, que se desarrolla delante nuestro, y como la pequeña Rebeca observamos detenidamente a todos los personajes que caminan dentro de esta historia. Al principio fueron muy pocos, la mayoría vehículos. La cosa fue aumentando,: niños, gente con protegida con mascarilla y guantes, otros sin nada.

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