Relato 49

Joan Crosas

Avanza la desescalada. Las tiendas empiezan a abrir, se ve mucha más gente por la calle, el tráfico ya ha aumentado demasiado y pronto abrirán las terrazas de bares y restaurantes dando aspecto, al menos a la calle, de vuelta a la normalidad.

Personalmente, ayer fijé la fecha de reapertura de mi restaurante. Voy a abrir a mitad de la fase 1 aprovechando mi pequeña terraza que, aunque no resultará suficiente para que salgan los números, me permitirá una vuelta escalonada, como se pretende, y que empiece a correr de boca-oreja la reapertura de Roig Robí.

Ha sido instantáneo. En cuanto he cambiado el chip de cara a la vuelta al trabajo hablando con mi personal, algún industrial que tiene que hacer un pequeño arreglo, y algún proveedor para anunciarle mi próxima reapertura, mis sueños y anhelos de estos días, se han desvanecido. El hecho de poner los pies en el suelo ha afectado mi creatividad a la hora de encontrar algún tema para un relato y ya me empieza a parecer difícil, seguir con esta actividad que tanto me ha llenado este último tiempo. Ni siquiera me parecen buenos los relatos escritos hasta ahora, que estuve releyendo para mandar a alguna editorial o periódico que, me han dicho, están abiertos a las historias que la gente ha escrito estos días tan diferentes y especiales que hemos vivido, sobre todo los que, por las características de nuestro trabajo, no hemos mantenido ninguna actividad.

Anteayer, antes de la desmotivación, lancé una pequeña encuesta al chat de la familia y a un par de chats de amigos a los que tengo suficiente confianza, para que me dijeran cual de tres de mis historias les gustaba más. Les mandé las tres últimas por considerarlas de géneros diferentes: la primera la 46, de los museos, ficción-fantasía, la segunda la 47, vivencias personales (en este caso, más de Terry y Fellini) y la última la 48, que yo enmarco en actualidad-denuncia. Esto me iba a servir para saber hacía donde deberían ir mis futuros relatos.

Después de 36 horas he dado por finalizada la encuesta. He conseguido una participación del 50% de los encuestados (lo que considero aceptable) y ha ganado por un punto la de Terry y Fellini, por encima de la de los museos (ficción-fantasía). La de Trump y Bolsonaro ha quedado bastante por debajo, por lo que deduzco que la actualidad ya cansa un poco a todo el mundo, que necesita mirar hacia adelante.

En mis conclusiones les he dicho que mi futuro como escritor lo veo ligado a la web de Animalistas Masquefa (donde adoptamos a Fellini) que han empezado a publicar mis relatos sobre Terry y Fellini (que son muchos) y que, por otro lado, no están exentos de ficción.

Como he dicho al principio del texto, la desescalada se empieza a notar, pues han sido muy pocos los que, a la vista de mi perdida de motivación, me han animado a seguir escribiendo, conscientes de que era algo que me gustaba. Unos pocos de mi familia, nadie del chat de mis mejores amigos (snif) y casi todos del de padres de la guardería de nuestro hijo (relación que se formó en su momento y que hemos mantenido hasta ahora con una cena anual y una sana amistad).

Está claro que volvemos a la realidad en que pocos se preocupan de lo que les pasa a los demás. Me temo que los sueños de solidaridad, de cooperación; la empatía que tan presente ha estado estos días, incluso las ganas de cambiar el mundo, se vaya diluyendo a medida que todo vuelva a ser como antes.

Alguno, sin embargo, aprovecha la desescalada para escalar. Hablo de Fellini, nuestro gato (ya muy conocido por quien me haya leído), que esta mañana hemos tenido que ir a buscar a casa

de nuestra vecina pues, a través de la cornisa de la fachada y a la altura de un quinto piso del ensanche, había llegado a su balcón para saludar (imagino) a sus dos gatos (¡qué locura!).

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