DESCONFINACIÓN DÍA 15+ ST. J 15

César Farrés

Con su famosísimo espectáculo NO ES UN SALCHICHÓN ES UN SAXOFÓN!!!, Augusto y Totín, triunfaban en cada una de las reuniones, cumpleaños o comuniones que les pusieran por delante. Tenían mas trabajo que nunca.
Como tantos de nosotros, habían perdido la cuenta de las fases de la desescalada y no dejaban de satisfacer los caprichosos requerimientos, resultantes de la virulenta pandemia.
Los niños, después de pasarse mas de dos meses encerrados en sus casas, reclamaban su merecido premio.

Sus primeros espectáculos, mas artísticos musicales que grotescos, iban quedando en desuso.

Augusto el listo, provisto de saxo y de polvo blanco su rostro, hacía gala de una falsa y negra ceja, curva y desmesurada.
Totín mas listo en realidad y tonto en su papel, ejercía como reclamo de obviedades. Patinazos y caídas, trompazos, calzado gigantesco y un gran reloj colgante, eran sus armas para destapar las carcajadas crueles de los pequeños histéricos confinados.
Comentarios punzantes de niños descarados, hacían de la tarde, una velada mas animada y desfogante. Al final del espectáculo la música amansaría las fieras. El último "scherzo" aparecía cuando Totín confundía provocativamente un salchichón por el saxo de Augusto, desencadenando interpretaciones fuera de tono de aburridos adolescentes.
El último bolo "dei pagliacci", contratado por una particular y llamativa joven de 40 años, soprano maravillosa y amiga de Augusto, fue una verdadera exhibición.
En las postrimerías de la función, los cultos caricatos, ávidos por mostrar sus artes musicales, instigaban a Mattea, para conquistar la Plaza Real, lugar donde ella poseía el maravilloso principal.
Mientras el saxofón de Augusto salió a relucir, Totín sacó un violín.
Sin apenas mirarse y Mattea recogida aún en el interior de su casa, Totín entonó con su instrumento de cuerda, las notas del área de la Norma, Casta Diva. Saliendo al mirador de su principal, con la Plaza abarrotada, empezó la mejor demostración de bel canto fuera de escena, jamás escuchada.
Muy pendientes de la actuación magistral de la diva, la gente, se sorprendió aún mas cuando desde el otro extremo de la Real, un tenor lírico, se sumó a la maravillosa ópera y con el saxo de Augusto, abanderaron por un momento aquella romántica plegaria.
Mattea, al oírlo se trastornó fugazmente y con lagrimas de placer gritó, Ruggiero!!!!!!!. Luego cabalgaron juntos hasta arrancar los mayores vítores del desconfinado público.
RUGGIERO E LA CASTA DIVA

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