Reflexión entretenida 32
Joan Crosas
Últimamente en mis paseos con Terry voy algo más allá, algo más lejos. Llegado a las puertas de la Ciutadella recorro todo el frontal norte del parque a lo largo del Passeig de Pujades.
Seguramente lo hago animado por la desescalada en las medidas de confinamiento, pero también por el paisaje que allí se abre.
Ya hablé, hace unos relatos, de la explosión de la primavera. En los parterres centrales de esta zona del parque, donde habitualmente juegan los perros o se sientan grupos de amigos a hacer un picnic, la llegada de la primavera, el abril lluvioso y el hecho de que nadie pise la hierba ni la mantenga, ha dejado un paisaje maravilloso.
Una hierba alta, virgen, con zonas más crecidas, flores y algunos matorrales donde antes había césped pisado, dan la sensación de estar en un prado de alta montaña o, dejando volar algo más la imaginación, en las praderas del Serengueti después de la época de lluvias. Aquí, las praderas, están pobladas por los enormes patos del parque y las gaviotas, que campan a sus anchas sin que los humanos les molestemos, en vez de cebras, ñus y gacelas.
A lo largo de este encierro nos han ido llegando un sinfín de videos de animales salvajes campando por las ciudades. Cuando paseo por esta zona, no puedo dejar de imaginar a una leona o a un guepardo agazapados bajo la hierba, al acecho de alguno de estos patos o gaviotas.
Imaginación al poder.